lunes, 24 de agosto de 2015

La #UnidadPopular, la rabia transformada en la esperanza de la mayoría social


Han sido los barrios obreros y populares los que han situado a las candidaturas de unidad popular en los gobiernos de las grandes ciudades.

Alberto Cubero. Sº G. del PCE Aragón

Las candidaturas de unidad popular han demostrado que es posible vencer al bipartidismo en las urnas, y hacerlo desde un programa de izquierdas que ponga los intereses de las clases populares por delante de los intereses de los poderes económicos. Los datos en Madrid, Barcelona, Zaragoza o A Coruña lo demuestran. En todas se ha superado al PSOE, y en algunas se ha llegado incluso a ser la fuerza más votada.

- Madrid: PP 34,15%, Ahora Madrid 32,06%, PSOE 15,49%, Ciudadanos 11,36%

- Barcelona: Barcelona en Común 25,21%, CIU 22,72%, Ciudadanos 11,05%, ERC 11,01%, PSC 9,63%, PP 8,70%

- Zaragoza: PP 26,88%, Zaragoza en Común 24,57%, PSOE 18,65%, Ciudadanos 12,29%, CHA 6,78%

- A Coruña: Marea Atlántica 30,89%, PP 30,89%, PSG 18,34%, BNG 5,71%, Ciudadanos 4,89%

Y ha sido posible porque la unidad popular es ante todo la rabia transformada en esperanza de la mayoría social; una esperanza que se ha sabido canalizar a través de procesos participativos, y que ni la IU que queríamos refundar y nunca lo hicimos, ni el Podemos que decía no ser un partido y siempre lo fue, hemos sabido canalizar. Y no lo hemos hecho por una cuestión de método, pero también porque solo a la unidad se le confiere la posibilidad simbólica de la victoria por parte de las clases populares. No tenemos más que mirar el mapa de votos de las grandes ciudades en las pasadas elecciones municipales. Han sido los barrios obreros y populares los que han situado a las candidaturas de unidad popular en los gobiernos de las grandes ciudades de este país, superando en ocasiones a la suma de las partes.




Nuestra tarea a partir de ahora es construir y aumentar esos espacios participativos de las candidaturas de unidad popular, precisamente en esos barrios obreros y populares. Que sea la gente que más duramente sufre la crisis la que marque el discurso y la agenda política de estas candidaturas, que en definitiva es la agenda y el discurso político de los gobiernos de las grandes ciudades de este país. Esa es la manera para darle carácter de clase a la unidad popular, y no los debates nominalistas e identitarios.

Porque no hemos superado al PSOE para sustituirlo. La vía socialdemócrata estaba, y continúa estando agotada después del 24M. Hemos ganado las elecciones municipales y hoy nos toca gobernar, pero las dos únicas alternativas continúan siendo la salida regresiva de la crisis o la estrategia de ruptura política y proceso constituyente, y por lo tanto debemos enmarcar la unidad popular y hacer girar la acción de gobierno de los ayuntamientos en la estrategia del Partido, que es la estrategia de ruptura política y proceso constituyente.

Intentar transitar la senda socialdemócrata produciría una inmediata desilusión fruto de la incapacidad de responder a las expectativas generadas dentro de esa senda. El cabreo de la gente anónima comienza a no atender a imperativos legales, como no los atiende cuando se pone delante de un portal para parar un desahucio. Su cabreo, o su ilusión, o ambas cosas a la vez, ya no atienden las llamadas a la estabilidad, como no las ha atendido el pueblo griego en su referéndum. Mirando siempre al horizonte rupturista deberemos organizar la rabia y la ilusión en acción de gobierno, atendiendo con una precisión milimétrica a la correlación de fuerzas.

Para ello, en la estrategia de ruptura política es requisito, sine qua non, volver a elevar un ciclo de movilización sostenido en el tiempo frente a las medidas austericidas y concretas impuestas por la Troika, porque solo en la movilización y el conflicto se genera conciencia y unidad. No habría candidaturas de unidad popular sin el anterior ciclo de movilización, y su éxito o fracaso dependerá de que seamos capaces de elevar un nuevo ciclo de movilización social; sin esa sociedad organizada y tensionada no tendremos punto de apoyo para nuestra acción de gobierno. Por ello debemos trabajar para que nuestra acción de gobierno no se convierta en justificatoria, y genere también contradicciones y movilización social.

Nuestra tarea es consolidar y generar los mecanismos para que la mayoría social sea la protagonista de la unidad popular, ampliar y extender la unidad popular en las calles, pero también en las próximas citas electorales.

Hoy parece casi imposible que las negativas de algunos actores políticos pudieran sonar rotundas. Pero si algo han constatado las experiencias de unidad popular es que la realidad es dialéctica, que las ansias de cambio expresadas en la amplia participación en estos procesos ha hecho cambiar los posicionamientos iniciales de los diferentes actores políticos. En ocasiones de una manera vertiginosa. Por muy complicado y angosto que ha sido el camino en ocasiones, la esperanza y ganas de cambio de la gente siempre lo han reconducido. Personas anónimas han aportado más sensatez y altura de miras que muchos activistas veteranos.

Sólo la unidad popular logrará ganar las próximas elecciones generales por parte de las clases populares; intentarlo es un deber histórico. Creer en la victoria, generar la ilusión y los procesos para desarrollarla, han sido y serán las herramientas para conseguirlo.


Publicado en el Nº 286-287 de la edición impresa de Mundo Obrero julio-agosto 2015

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