El pasado 4 de octubre, el puente Romano de Córdoba se vistió del morado
feminista y del Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) y del rojo de las
banderas comunistas. A la 1 de la tarde, una cadena humana de mujeres y hombres
se desplegó a lo largo del milenario monumento con una pancarta que
reivindicaba “Trabajo Digno para las mujeres”.
Era la acción reivindicativa que clausuraba las
Jornadas por un Trabajo Digno para las mujeres, organizado por el Partido de la
Izquierda Europea (PIE) y el Partido Comunista de España (PCE) en el que
mujeres de la izquierda europea y sindicalistas analizaron las situación
laboral femenina en países como Grecia, Italia, Alemania y España. Las
jornadas, celebradas el 3 y de 4 de octubre forman parte de una campaña europea
del Partido de la Izquierda Europea y del PCE.
Sindicalistas y comunistas
participaron en las Jornadas Trabajo Digno para las mujeres
|
José Luis Centella, secretario general del Partido Comunista de España;
Antonio Maíllo, coordinador general de Izquierda Unida Andalucía; José Manuel
Mariscal, secretario general del Partido Comunista de Andalucía; Alba Doblas,
cuarta teniente alcalde de la ciudad de Córdoba, y la responsable de la
Secretaría de la mujer del PCE, Crisitina Simó, fueron algunos de esos
eslabones, entre los que se intercalaron sindicalistas y activistas de Grecia,
Italia y Alemania, y de muchos escenarios del estado español.
Sobre el Guadalquivir se alzó clara la voz de Elena Cortés, diputada por IU en la Junta de Andalucía, exigiendo que “los gobiernos impulsen la igualdad real a través de medidas contundentes que erradiquen la explotación laboral y equiparen las condiciones de trabajo ente mujeres y hombres”. De hecho, en Europa la media de diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 16%, y en algunos países llega al 25%.
La diputada en el Parlamento Andaluz fue la responsable de leer el manifiesto elaborado en las Jornadas, que con el nombre de “Córdoba, puentes hacia la unidad y el trabajo digno para las mujeres de Europa”, se iniciaba diciendo que desde el PIE y el PCE se entiende que no puede haber justicia ni paz social sin una salida social de la crisis”, y que esa salida social no se producirá sin el reconocimiento de los derechos de las mujeres. “La mujeres sufrimos sobre-explotación, desprotección, la austeridad y el trabajo sumergido. Estas medidas nos privan del derecho a la pensión, a prestaciones por desempleo (…) Las mujeres queremos y exigimos un trabajo digno que asegure un salario para vivir dignamente, un acceso universal a las prestaciones sociales y una pensión adecuada. A trabajo de igual valor, igual remuneración”.
Contra el capitalismo y el patriarcado
El manifiesto concluía responsabilizando al sistema capitalista de ser el causante de la situación precaria de las mujeres, con un llamamiento a “luchar fuertes y juntas contra el capitalismo y contra el patriarcado asesino de mujeres y sus derechos”.
Contra ese capitalismo y patriarcado también habló José Luis Centella, poco antes, durante la clausura de las Jornadas.
“El capitalismo quiere aprovechar la crisis para anular todos los derechos. Intenta dificultar la participación de las mujeres en la vida política y social y devolverla al ámbito doméstico, hacerla invisible” expresó Centella, apuntando que “una mujer sin un trabajo digno es una mujer dependiente”.
El secretario general del PCE argumentó que sin la plena integración y protagonismo de la mujer en la lucha, el capitalismo tiene asegurada su victoria. También habló de la necesidad de globalizar la lucha para superar la división: “No podemos seguir con luchas parciales. Hay que transformar las luchas laborales en conflictos sociales. Estamos hablando de la centralidad de la lucha de clases”.
Ante las sindicalistas, militantes y activistas de las jornadas, Centella saludó la importancia del encuentro diciendo que no puede haber lucha sin teoría y alternativas, pero que no vale quedarse en la retórica y hay que hacer visible la movilización.
Refiriéndose a las próximas marchas del 22-O hizo hincapié en que tienen que tener un componente feminista transversal, y que cuando se hable de economía, de educación, de cualquier tema, siempre tiene que haber propuestas feministas. Una transversalidad que también tiene que estar presente en los programas de las próximas elecciones.
El 7 de noviembre, movilización rupturista
Respecto a las marchas contra la violencia machista y los malos tratos convocadas para el 7 de noviembre, Centella insistió en que no pueden ser unas movilizaciones descafeinadas que se queden en la solidaridad, “tienen que ser de ruptura, para acabar con el capitalismo y por la construcción de otro modelo sociedad”.
La cuarta teniente alcalde de Córdoba, Alba Doblas, también secretaria provincial del PCA Córdoba, compartió la clausura introduciendo el tema de la brecha salarial entre los hombres y las mujeres que trabajan sin remuneración. De hecho, explicó que, ni siquiera como abogada, ha conseguido saber cuántas mujeres no tienen un empleo remunerado “y esa es la estadística a la que hay que responder”. Para empezar, apuntó, hay que acabar con la idea de que un hombre en paro es una persona desempleada, mientras que una mujer en paro es una mujer que no trabaja.
Y esa desigualdad, añadió Doblas, se repite en las pensiones, encontrando a mujeres empobrecidas después de haber pasado toda una vida trabajando para la familia. “Hay que asumir que somos clase obrera, algo que todavía no han asumido todas las mujeres trabajadoras.”
Por último, recordó que “la pervivencia del patriarcado es el origen de una violencia del capital que se traduce en una violencia de golpes“. Y subrayó la importancia de la formación comunista y feminista “para estar preparadas para esa lucha de clases” que se ha querido consolidar en estas Jornadas por el Trabajo Digno para las Mujeres en Europa.
Experiencias de la lucha en Europa y España
Tanto desde las ponentes como de las participantes se compartieron experiencias en conflictos y luchas laborales, como la de las mujeres de la limpieza del Ministerio de Finanzas en Grecia, que ganaron una batalla de 22 meses y fueron readmitidas tras la victoria de Syriza, las trabajadoras de las escuelas infantiles en Alemania; las de trabajadoras de las compañías Yook y Mavik en Italia; y el giro radical que supuso la incorporación de las mujeres en las luchas de las minas de Aznalcollar, hace 7 años y medio; en la fábrica de Santana, en Linares; o en los actuales conflictos de Extruperfil y Vodafone.
El diagnóstico de la situación se repite de país en país: mayor nivel de desempleo femenino, alta brecha salarial, mayor precariedad y trabajos a tiempo parcial que luego repercuten en la baja cotización a la Seguridad Social y en las pensiones, que son siempre inferiores a las de los hombres y aumentan el empobrecimiento femenino. Algo que también se traduce en stress, depresión, inseguridad, deterioro de la salud e involución de todas las conquistas de las luchas de las trabajadoras y del feminismo.
Como expuso la vicepresidenta del PIE, Maite Mola, en la apertura de las jornadas, “nos hemos empoderado mucho gracias a nuestro trabajo, con muchas dificultades porque nadie nos ha regalado nada, pero la situación hoy en Europa es gravísima, no sólo por la precariedad sino por la involución en los derechos de la mujer”. Estas jornadas, según expresó son una oportunidad para intercambiar ideas, experiencias y aprender”, dijo la impulsora de esta campaña europea, y eso es lo que se hizo durante todo el sábado.
Desde la izquierda alemana, Franziska Linder, de Die LInke explicó que Alemania es uno de los países que encabeza la mayor brecha salarial entre hombres y mujeres. Y también argumentó cómo evolucionó esa brecha que en Alemania del Este era de un 9% respecto al 23% de Alemania Occidental, apuntando además que en la RDA la cuota de mujeres empleadas era casi de la mitad del total, el índice de actividad femenina era superior al 90%, las mujeres tenían muchos derechos, autonomía social y económica y disfrutaban de gran participación en la vida pública y facilidades para conciliar la vida laboral y familiar. “Una situación muy progresista respecto a las mujeres viven Europa hoy en Europa”.
Desde Italia, Nadia Rosa, sindicalista de FIOM-CGIL, contó que un 19,8% de las mujeres italianas viven por debajo del nivel de la pobreza, 3 puntos más que los hombres. Sufren una mayor vulnerabilidad que deriva de muchos factores como el mayor desempleo, unos salarios que son 28% menores que el de los hombres, pensiones más bajas y mayores dificultades para una independencia económica.
Las pensiones son pequeñas no sólo por los salarios bajos y el desempleo sino por la interrupción laboral por maternidad. En Italia, una de cada cuatro mujeres deja de trabajar cuando es madre. Y de las otras tres que se reincorporan dos sufren el llamado “despido femenino” a lo largo de los 3 primeros años de crianza. Añadió que a pesar de que el Fondo Monetario Internacional ha calificado a Italia como uno de los países que menos ha hecho por incorporar mujeres al mercado laboral, no se hace nada por mejorarlo. “Hay que abordar el debate a nivel europeo y no puede demorarse más, con una distribución del trabajo e igualdad de salarios a igual trabajo y con una jubilación que garantice una vida digna”.
La griega Anna Koutsoukiosuglou, secretaria general de un gran sindicato que reúne a los empleados de los ministerios de Economías y Finanzas, explicó el cambio de modelo que intentaron hacer en su país con la aplicación de los memorandos y cómo los sueldos y pensiones bajaron hasta un 50%. “Lo que hicieron fue intentar cambiar gradualmente todo el país, crear una zona económica específica donde el mundo laboral recibió un ataque feroz para abolir todos los derechos laborales que el pueblo griego conquistó con sus luchas”, como la anulación de los convenios colectivos. Añadió que las mujeres han sido las víctimas más importantes de la crisis e ilustró la situación con estadísticas y la certeza de que todas juntas podemos derrocar las políticas neoliberales.
La sindicalista griega partió de que cada crisis estructural del capitalismo produce momentos de conflictos ideológicos, choques y periodos de cambio en las prácticas sociales, y conduce a la formación de nuevas ideas dominantes y modelos sociales. La crisis también son una prueba para las prácticas de resistencia colectiva y la participación activa de los ciudadanos.
Cristina Simó fue quien analizó la situación laboral de las mujeres en España con datos como que el 68% de quienes tienen ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional son mujeres, o cómo la diferencia salarial entre hombres y mujeres ha aumentado 2 puntos entre 2008 y 2011. Denunció que “el trabajo digno es un derecho que nos están negando” y abogó por luchar por la igualdad desde los convenios colectivos. “El austericidio nos está alejando de horizonte de igualdad. Lo que quieren es devolver a la mujer a casa”, concluyó.
Sobre el Guadalquivir se alzó clara la voz de Elena Cortés, diputada por IU en la Junta de Andalucía, exigiendo que “los gobiernos impulsen la igualdad real a través de medidas contundentes que erradiquen la explotación laboral y equiparen las condiciones de trabajo ente mujeres y hombres”. De hecho, en Europa la media de diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 16%, y en algunos países llega al 25%.
La diputada en el Parlamento Andaluz fue la responsable de leer el manifiesto elaborado en las Jornadas, que con el nombre de “Córdoba, puentes hacia la unidad y el trabajo digno para las mujeres de Europa”, se iniciaba diciendo que desde el PIE y el PCE se entiende que no puede haber justicia ni paz social sin una salida social de la crisis”, y que esa salida social no se producirá sin el reconocimiento de los derechos de las mujeres. “La mujeres sufrimos sobre-explotación, desprotección, la austeridad y el trabajo sumergido. Estas medidas nos privan del derecho a la pensión, a prestaciones por desempleo (…) Las mujeres queremos y exigimos un trabajo digno que asegure un salario para vivir dignamente, un acceso universal a las prestaciones sociales y una pensión adecuada. A trabajo de igual valor, igual remuneración”.
Contra el capitalismo y el patriarcado
El manifiesto concluía responsabilizando al sistema capitalista de ser el causante de la situación precaria de las mujeres, con un llamamiento a “luchar fuertes y juntas contra el capitalismo y contra el patriarcado asesino de mujeres y sus derechos”.
Contra ese capitalismo y patriarcado también habló José Luis Centella, poco antes, durante la clausura de las Jornadas.
“El capitalismo quiere aprovechar la crisis para anular todos los derechos. Intenta dificultar la participación de las mujeres en la vida política y social y devolverla al ámbito doméstico, hacerla invisible” expresó Centella, apuntando que “una mujer sin un trabajo digno es una mujer dependiente”.
El secretario general del PCE argumentó que sin la plena integración y protagonismo de la mujer en la lucha, el capitalismo tiene asegurada su victoria. También habló de la necesidad de globalizar la lucha para superar la división: “No podemos seguir con luchas parciales. Hay que transformar las luchas laborales en conflictos sociales. Estamos hablando de la centralidad de la lucha de clases”.
Ante las sindicalistas, militantes y activistas de las jornadas, Centella saludó la importancia del encuentro diciendo que no puede haber lucha sin teoría y alternativas, pero que no vale quedarse en la retórica y hay que hacer visible la movilización.
Refiriéndose a las próximas marchas del 22-O hizo hincapié en que tienen que tener un componente feminista transversal, y que cuando se hable de economía, de educación, de cualquier tema, siempre tiene que haber propuestas feministas. Una transversalidad que también tiene que estar presente en los programas de las próximas elecciones.
El 7 de noviembre, movilización rupturista
Respecto a las marchas contra la violencia machista y los malos tratos convocadas para el 7 de noviembre, Centella insistió en que no pueden ser unas movilizaciones descafeinadas que se queden en la solidaridad, “tienen que ser de ruptura, para acabar con el capitalismo y por la construcción de otro modelo sociedad”.
La cuarta teniente alcalde de Córdoba, Alba Doblas, también secretaria provincial del PCA Córdoba, compartió la clausura introduciendo el tema de la brecha salarial entre los hombres y las mujeres que trabajan sin remuneración. De hecho, explicó que, ni siquiera como abogada, ha conseguido saber cuántas mujeres no tienen un empleo remunerado “y esa es la estadística a la que hay que responder”. Para empezar, apuntó, hay que acabar con la idea de que un hombre en paro es una persona desempleada, mientras que una mujer en paro es una mujer que no trabaja.
Y esa desigualdad, añadió Doblas, se repite en las pensiones, encontrando a mujeres empobrecidas después de haber pasado toda una vida trabajando para la familia. “Hay que asumir que somos clase obrera, algo que todavía no han asumido todas las mujeres trabajadoras.”
Por último, recordó que “la pervivencia del patriarcado es el origen de una violencia del capital que se traduce en una violencia de golpes“. Y subrayó la importancia de la formación comunista y feminista “para estar preparadas para esa lucha de clases” que se ha querido consolidar en estas Jornadas por el Trabajo Digno para las Mujeres en Europa.
Experiencias de la lucha en Europa y España
Tanto desde las ponentes como de las participantes se compartieron experiencias en conflictos y luchas laborales, como la de las mujeres de la limpieza del Ministerio de Finanzas en Grecia, que ganaron una batalla de 22 meses y fueron readmitidas tras la victoria de Syriza, las trabajadoras de las escuelas infantiles en Alemania; las de trabajadoras de las compañías Yook y Mavik en Italia; y el giro radical que supuso la incorporación de las mujeres en las luchas de las minas de Aznalcollar, hace 7 años y medio; en la fábrica de Santana, en Linares; o en los actuales conflictos de Extruperfil y Vodafone.
El diagnóstico de la situación se repite de país en país: mayor nivel de desempleo femenino, alta brecha salarial, mayor precariedad y trabajos a tiempo parcial que luego repercuten en la baja cotización a la Seguridad Social y en las pensiones, que son siempre inferiores a las de los hombres y aumentan el empobrecimiento femenino. Algo que también se traduce en stress, depresión, inseguridad, deterioro de la salud e involución de todas las conquistas de las luchas de las trabajadoras y del feminismo.
Como expuso la vicepresidenta del PIE, Maite Mola, en la apertura de las jornadas, “nos hemos empoderado mucho gracias a nuestro trabajo, con muchas dificultades porque nadie nos ha regalado nada, pero la situación hoy en Europa es gravísima, no sólo por la precariedad sino por la involución en los derechos de la mujer”. Estas jornadas, según expresó son una oportunidad para intercambiar ideas, experiencias y aprender”, dijo la impulsora de esta campaña europea, y eso es lo que se hizo durante todo el sábado.
Desde la izquierda alemana, Franziska Linder, de Die LInke explicó que Alemania es uno de los países que encabeza la mayor brecha salarial entre hombres y mujeres. Y también argumentó cómo evolucionó esa brecha que en Alemania del Este era de un 9% respecto al 23% de Alemania Occidental, apuntando además que en la RDA la cuota de mujeres empleadas era casi de la mitad del total, el índice de actividad femenina era superior al 90%, las mujeres tenían muchos derechos, autonomía social y económica y disfrutaban de gran participación en la vida pública y facilidades para conciliar la vida laboral y familiar. “Una situación muy progresista respecto a las mujeres viven Europa hoy en Europa”.
Desde Italia, Nadia Rosa, sindicalista de FIOM-CGIL, contó que un 19,8% de las mujeres italianas viven por debajo del nivel de la pobreza, 3 puntos más que los hombres. Sufren una mayor vulnerabilidad que deriva de muchos factores como el mayor desempleo, unos salarios que son 28% menores que el de los hombres, pensiones más bajas y mayores dificultades para una independencia económica.
Las pensiones son pequeñas no sólo por los salarios bajos y el desempleo sino por la interrupción laboral por maternidad. En Italia, una de cada cuatro mujeres deja de trabajar cuando es madre. Y de las otras tres que se reincorporan dos sufren el llamado “despido femenino” a lo largo de los 3 primeros años de crianza. Añadió que a pesar de que el Fondo Monetario Internacional ha calificado a Italia como uno de los países que menos ha hecho por incorporar mujeres al mercado laboral, no se hace nada por mejorarlo. “Hay que abordar el debate a nivel europeo y no puede demorarse más, con una distribución del trabajo e igualdad de salarios a igual trabajo y con una jubilación que garantice una vida digna”.
La griega Anna Koutsoukiosuglou, secretaria general de un gran sindicato que reúne a los empleados de los ministerios de Economías y Finanzas, explicó el cambio de modelo que intentaron hacer en su país con la aplicación de los memorandos y cómo los sueldos y pensiones bajaron hasta un 50%. “Lo que hicieron fue intentar cambiar gradualmente todo el país, crear una zona económica específica donde el mundo laboral recibió un ataque feroz para abolir todos los derechos laborales que el pueblo griego conquistó con sus luchas”, como la anulación de los convenios colectivos. Añadió que las mujeres han sido las víctimas más importantes de la crisis e ilustró la situación con estadísticas y la certeza de que todas juntas podemos derrocar las políticas neoliberales.
La sindicalista griega partió de que cada crisis estructural del capitalismo produce momentos de conflictos ideológicos, choques y periodos de cambio en las prácticas sociales, y conduce a la formación de nuevas ideas dominantes y modelos sociales. La crisis también son una prueba para las prácticas de resistencia colectiva y la participación activa de los ciudadanos.
Cristina Simó fue quien analizó la situación laboral de las mujeres en España con datos como que el 68% de quienes tienen ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional son mujeres, o cómo la diferencia salarial entre hombres y mujeres ha aumentado 2 puntos entre 2008 y 2011. Denunció que “el trabajo digno es un derecho que nos están negando” y abogó por luchar por la igualdad desde los convenios colectivos. “El austericidio nos está alejando de horizonte de igualdad. Lo que quieren es devolver a la mujer a casa”, concluyó.
Un artículo de Gema Delgado
Publicado en
el Nº 289 de la edición impresa de Mundo Obrero octubre 2015
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