jueves, 13 de agosto de 2015

Presentación a la edición de El Manifiesto del Partido Comunista del PCE

Introducción al marxismo #marxismodesdecero

José Luis Centella Gómez.
Secretario General del PCE.

Cuando vivimos un momento de la lucha de clases en el que de forma nítida se percibe la confrontación entre el Capital que busca implantar su dictadura para poner las riquezas del planeta al servicio de unos pocos, y la fuerza del trabajo, cada vez más explotada en nombre de la modernidad de un neoliberalismo cruel e inhumano, en unos tiempos en los que los avances científico-técnicos permitirían acabar con el hambre, y las enfermedades que sufren millones de seres humanos, enfrentarse a la lectura de El Manifiesto Comunista es una necesidad si queremos dotarnos de instrumentos para no asumir la derrota como algo inevitable.

Nadie puede negar con un minino de rigor que al releer El Manifiesto Comunista se hace más evidente la actualidad y frescura de su mensaje, porque no hay nada más “moderno” y actual que la llamada a la rebeldía organizada de los trabajadores frente a un capitalismo que busca implantar su dominio para desarrollar una sociedad basada en la explotación de unos seres humanos por otros.

Una sociedad en la que unos pocos se enriquecen gracias a los beneficios que obtienen de la explotación de la mayoría de la humanidad, utilizando para ello no solo la fuerza militar sino sobre todo el dominio ideológico.

Pero junto a esta realidad lo importante de El Manifiesto es que plantea una alternativa de sociedad, no se queda solo en el mero análisis, plantea con claridad y concreción diez puntos que suponen la primera plataforma programática liberadora de la humanidad, no hace falta un voluminoso programa para referir que es posible organizar el mundo de otra manera.

El Manifiesto de esta forma nos sitúa ante un programa que propone desde la expropiación de la propiedad privada, hasta una educación pública y gratuita pasando por un modelo fiscal fuertemente progresivo junto con la nacionalización de la banca y del transporte, pasado el tiempo, estas propuestas son válidas para el momento actual.

Una alternativa que se propone la consecución del Poder Político como instrumento para transformar la sociedad, pero sobre todo y esta es otra de las grandes aportaciones a la lucha de la clase obrera, desde El Manifiesto se nos sitúa ente la realidad de que cualquier propuesta de transformación social, de revolución necesita una organización en la que se integran los trabajadores y trabajadoras para ser los protagonistas de su propia liberación.

Dos temas llaman poderosamente la atención por la actualidad que tienen, una es la que se señala que “Para el burgués la mujer no es otra cosa que un instrumento de producción” con lo que hace más de 150 años que los autores del manifiesto comunista ya ligan la liberación de la mujer con la nueva sociedad que se propone construir, no hay posibilidad de un mundo nuevo sin la igualdad entre hombre y mujer.

Por otra parte no me resisto en entrecomillar una parte del texto que parece escrita para estos momentos:

  • “La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta u otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones.

    La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción mate- rial, acontece también con la del espíritu. (...)

    (...)La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones (…). Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.”


Queda en evidencia desde la lectura de este texto la falacia de quienes tratan de acusar al marxismo de antiguo, de superado por la historia, cuando lo único que pretenden es desvalorar un magnifico instrumento al servicio de la lucha política de la mayoría social trabajadora para su liberación, estamos ante un texto tan actual que los últimos años está consiguiendo récord de ventas en cualquier feria del libro.

La aportación de que la lucha económica no puede separarse de la lucha política, y ni una sin la otra pueden ser, y que la lucha ideológica es una batalla por la hegemonía de unos valores de solidaridad y justicia social. Frente al intento del capital de situar la competitividad y el individualismo como leyes naturales del ser humano y por tanto inalterables, la demostración científica, racional, de que es posible un programa política que de soporte a una organización sobre la base de la superación de la explotación y un justo reparto de la riqueza, convierte este pequeño libro en el instrumento de lucha más potente.

Por todo ello tratan de acabar con la base del mensaje de El Manifiesto Comunista, se trata de situar en el ámbito de lo superado por los "tiempos modernos", como si la explotación, la guerra imperialista, la marginación de la mujer, no fuera antiguo y rancio, pero también, porque son conscientes de la fuerza del discurso, de la fuerza del programa político englobado en esos diez puntos, necesitan también borrar nuestra historia, porque son conscientes de que un pueblo sin memoria es un pueblo limitado en su capacidad de lucha, por eso quieren situar al mismo nivel a los verdugos, a los que explotan las riquezas del planeta en beneficio propio, al mismo nivel que las víctimas, los que son explotadas y asesinadas para mantener la supremacía de una clase dominante que sabe que su máxima debilidad es la fortaleza del mensaje que encierra El Manifiesto Comunista de hacer posible otro mundo más justo y solidario.

De esta manera el Capital es consciente de que mientras se siga dando la batalla ideológica no habrá ganado la batalla en su intento de imposición del pensamiento único, del pensamiento por el que la humanidad vea como algo natural, lo que es más antinatural del mundo, que unos seres humanos vivan a costa del trabajo de otros.

Por ello sinceramente insto a todos los que emprende la lectura de este libro por primera vez en que lo hagan mirando el mundo que les rodea, no estamos ante un texto de otro tiempo, su lectura, no solo es un ejercicio literario, aunque también hay que señalar sus méritos literarios, sino que la lectura de este libro debe servir de motivación para continuar con otras lecturas que le permitan mejorar su formación ideológica para comprometerse en lo concreto, para comprender que las ideas sin organización no sirven, y que la organización sin un programa se convierte en un fin en si mismo y por lo tanto inútil para conseguir los fines que se dice perseguir.

A los que lo relean que lo hagan de forma que se entienda cada vez mejor la necesidad de “arrimar el hombro” en la construcción de ese otro mundo, que yo diría no es solo posible sino necesario, desde la perspectiva de conseguir que la humanidad supere el horizonte de miseria, enfermedad y explotación en el que viven miles de millones de persona en todo el mundo.

Derrotar con argumentos, a quienes nos quieren convencer de que nada se pude hacer, de que todo está perdido, es finalmente otra de la utilidades que de este pequeño libro se puede extraer.

Separado de la lucha ideológica, por eso cuando el fantasma de la construcción del socialismo y el comunismo sigue recorriendo el mundo, y cuando todas las fuerzas del viejo sistema se unen para acosar a este fantasma desde el presidente de los EE.UU y la OTAN, al del F.M.I. o el Banco Mundial, pasando por la Troika que atenaza a la vieja Europa llevándola a la mayor crisis sufrida desde la II Guerra Mundial, la lectura de EL MANIFIESTO COMUNISTA, como la de los clásicos del marxismo no se puede hacer, sino desde la actualidad de su mensaje, desde la certeza de sus apreciaciones, pero también desde el análisis crítico que nos haga reflexionar sobre los motivos de que más de 150 años después de proclamar el objetivo de unir a los proletarios de todo el mundo hoy estamos muy lejos de ese objetivo, y desde esta autocrítica solo aportar una idea para terminar:

El marxismo tiene una base científica y como toda ciencia se adquiere por el estudio y la práctica, la clase trabajadora no nace con conciencia de clase, a lo sumo la explotación nos hace rebeldes, la lucha es también política, pero hace falta una base ideológica que permita resistir los cantos de sirena de un sistema que trata de asimilar todo lo que se le opone, convertir al Che en un póster o la música protesta en un negocio es fácil. Convertir a la juventud sin futuro, rebeldes frente a un sistema que cada vez les es más insoportable, en revolucionarios es la clave para conseguir que más pronto que tarde el programa que Marx y Engels nos plantean en este libro sea una realidad.



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